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miércoles, 10 de diciembre de 2014

Las Ánimas de Bernini: arte, diplomacia y poder



Bernini, creador polifacético, tuvo a lo largo de su vida una gran sucesión de éxitos. Destacó sobre todo por sus obras escultóricas y arquitectónicas, aunque no dejó de practicar la pintura. Fue el artista favorito de casi todos los papas y la nobleza romana, para los que creó numerosas obras. Su primer mecenas fue el cardenal Scipione Caffarelli Borghese, sobrino del papa Paulo V. Realizó sus obras más destacadas durante el papado de Urbano VIII, con quien mantuvo una gran amistad por la amplia cultura humanística e interés por las artes que tenía este papa. 

Sin embargo, también mantuvo una relación casi oculta y secreta con personalidades españolas, especialmente con la Monarquía Hispánica y sus representantes. Así se recoge en la primera exposición dedicada a Bernini en España: “Las Ánimas de Bernini. Arte en Roma para la Corte Española”, que acoge el Museo Nacional del Prado hasta febrero de 2015. La muestra cuenta con 23 obras del artista, entre las que se incluyen esculturas, óleos y sobre todo bocetos arquitectónicos, y con 16 obras de otros artistas como Velázquez o Baldinucci. La muestra está dividida en tres secciones que reflejan la relación del artista con España y, a su vez, su evolución como artista.

Las obras expuestas también son un reflejo de las complejas relaciones artísticas, culturales y políticas entre Italia y la monarquía española a lo largo del siglo XVII. De este modo, se pone de manifiesto los conflictos y juegos de equilibrio políticos resueltos y expuestos a través del arte y en los que Bernini cumplió un papel decisivo. Todo esto se vio reflejado en los encargos a Bernini tanto de mecenas españoles en Roma como de la propia Corona española, como Felipe IV o Carlos II. Algunos de estos encargos, que pueden verse en la exposición, son el Anima beata y Anima dannata (primer encargo de un prelado español), ambas encargadas por el cardenal Pedro Foix de Montoya, o la Escultura ecuestre de Carlos II.

Aún así, se puede decir que la relación de Bernini con España iba cambiando en función de las relaciones de los papas con nuestro país. Por ejemplo, después de un periodo de malas relaciones entre el Papa Barberini y Felipe IV, vino otro caracterizado por la cordialidad de Inocencio X en el que Bernini recibió el encargo de varias obras para el Real Alcázar de Madrid y el Panteón Real del Escorial, entre otras. Ya en la última etapa artística de Bernini existió una relación mucho más cercana con España después de algunos fracasos en Roma y París.


Por último, hay que hacer hincapié en los motivos que llevaban tanto a España como a Francia a interesarse tanto por el arte y, en particular, por Bernini. La monarquía española y la francesa tenían un fuerte deseo de tener presencia simbólica mediante obras de arte porque esto también les llevaba a tener  una presencia diplomática en la ciudad de los papas. De este modo, podemos sacar como conclusión que el arte durante mucho tiempo ha estado al servicio de los más poderosos como instrumento para fortalecer sus intereses.

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